Los amortiguadores de un coche son parte imprescindible y vital para garantizar el comportamiento óptimo de nuestro vehículo, y confieren seguridad tanto para los ocupantes como de los que no lo son. Los motivos son varios, y desde Talleres Oviedo Car confiamos que estos consejos sean de utilidad.

¿Por qué los amortiguadores son tan importantes?

Los amortiguadores son los que proporcionan la estabilidad del vehículo, junto con el confort y el buen comportamiento del vehículo en marcha.

Unos amortiguadores en mal estado o desgastados cambiarían de forma importante el comportamiento de nuestro vehículo en varios aspectos, como es el confort (pasando a ser menos confortable). Pero lo más importante es que si los amortiguadores no están bien, el comportamiento del vehículo en las curvas -bien circulemos por autovía, autopista o carretera- sería extraño, pues se inclinaría de forma excesiva la carrocería del coche hacia el lado de la inercia de la curva, provocando una conducción de difícil control y elevando el riesgo de salirnos de la carretera al no poder controlar el coche. Y es que, al inclinarse el vehículo en exceso, se ejerce una mayor presión al desplazamiento del conjunto del vehículo, y a partir de ese momento, si desaceleramos con el objetivo de que al bajar la velocidad el vehículo se comporte mejor, es posible que provoquemos un sobreviraje. En este sentido, al estar los amortiguadores en un mal estado, esto provocaría un mayor balanceo del vehículo, elevando aún más el riesgo de descontrol, con la consecuente salida de carretera y terminando en consecuencias que nunca se saben si son menores, mayores o catastróficas.

Otro de los riesgos de tener mal los amortiguadores es que, en el caso de tener que realizar una frenada en seco, tendríamos que tener en cuenta que, si se circula en el momento de la frenada a 80 Km/h, la frenada se vería aumentada en cuatro metros aproximadamente, ya que dependerá también de si los neumáticos están en uso o se encuentran desgastados ( si se juntan ambas situaciones, la frenada de nuestro vehículo puede verse aumentada en más de 6/7 metros holgadamente).

Imaginemos esto ante un paso de peatones: es muy probable que terminemos atropellando al peatón con casi total seguridad, ¿verdad? Pues ante un accidente de este tipo, si se demuestra que tanto los amortiguadores como los neumáticos no eran aptos para su circulación, podríamos vernos en un problema aún mayor, ya que nuestro seguro no se haría cargo de los daños del accidente por no tener nuestro vehículo en las condiciones óptimas para su circulación y uso. A mayores tendríamos que asumir también la multa administrativa que nos impongan los agentes de tráfico por las mismas circunstancias, y eso teniendo en cuenta que el resto de las normas se hayan respetado, como el límite de velocidad y no dar positivo en alcoholemia, p que el vehículo tenga seguro y la ITV al día.

El ejemplo del paso de peatones es uno de los más graves, ya que atropellaríamos a personas, pero la distancia de frenada es igual de importante en carretera, autopista o autovía, ya que si circulamos entre los 110 y 115 km/h, el aumento de frenada solo por tener más los amortiguadores pasa a ser de entre 6/7 metros más, y esto implica la diferencia de chocar con el vehículo de delante a no chocar (y a estas velocidades un impacto contra otro vehículo suele tener consecuencias muy graves, no solo para nosotros como ocupantes de nuestro vehículo, sino también para los ocupantes del vehículo contra el que choquemos). Si a esto además le sumamos el mal estado de los otros elementos ya comentados en el ejemplo anterior, la situación con casi total seguridad sería catastrófica en todos los sentidos.

¿Cada cuánto se deben cambiar entonces los amortiguadores de nuestro vehículo? 

Lo cierto es que depende de cómo utilizamos el vehículo y por dónde circulamos de forma habitual:

  • En el caso de someter al vehículo a mucha carga y circular por carreteras de mucha curva y no en muy buen estado, y si además también usamos de forma frecuente un remolque enganchado al vehículo, deberíamos cambiarlos cada 30.000 km.
  • Si por el contrario viajamos solos en el 90% de las ocasiones por carreteras con el firme en perfecto estado y tampoco llevamos remolques ni nos metemos por caminos de circulación dudosa, el cambio se puede estirar hasta los 85.000 km, pero esto depende de cómo y en que circunstancias usemos nuestro vehículo, ya que esto esta directamente vinculado al desgaste del mismo en todos sus aspectos.

Si cuidamos nuestro vehículo e invertimos en el buen mantenimiento del mismo, es exactamente igual que invertir en nosotros mismos, ya que somos nosotros y nuestros seres más queridos los que solemos viajar en él, y lo mismo que nos cuidamos de forma personal debemos cuidar nuestro vehículo.

¡No dudes contactar con nosotros para cualquier consulta! En Talleres Oviedo Car estaremos encantados de atenderte.